Vieron como Laso se desprendía de los abalorios propios de un payaso y esperaron expectantes a que se desmaquillara para ver quien se ocultaba bajo los estridentes colores de su rostro.
Cuando el payaso hubo limpiado su rostro la chiquillería contuvo el aliento, estupefacta. Tras el maquillaje de Laso el payaso no había NADA.
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