17 de enero de 2014

Era sólo un payaso


Cuando acabó la función en el Gran Circo los niños siguieron sigilosamente a Laso el payaso hasta su caravana. Lo espiaban por una rendija que quedó entreabierta en la brillante cortina roja que pretendía preservar al payaso de la curiosidad ajena.
Vieron como Laso se desprendía de los abalorios propios de un payaso y esperaron expectantes a que se desmaquillara para ver quien se ocultaba bajo los estridentes colores de su rostro.
Cuando el payaso hubo limpiado su rostro la chiquillería contuvo el aliento, estupefacta. Tras el maquillaje de Laso el payaso no había NADA.

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