20 de enero de 2014

Retrasada

La primera vez que unos niños la llamaron retrasada lloró amargamente por la carga de odio sin sentido que acompañaba esa palabra tan fea.
María siempre había sido una niña más lenta que el resto, aprendía mucho más despacio, pensaba despacito le decía su mama. María se pasaba horas viendo las gotas de lluvia resbalar por su ventana u observando el vuelo de un insecto, el esqueleto de las hojas y la composición de una flor. Cuando la niña contó el episodio su madre le explicó que tenía el don de ver la belleza de la vida, ella podía ver lo hermoso de una piedra entre millones, de un edificio, una baldosa o una simple rama desnuda en invierno. 
María veía la belleza porque pasaba más despacio por la vida, los que viven deprisa no pueden ver más que la fealdad de todas las cosas cómo esos niños que la insultaban, pobrecitos. 
Desde ese día cuando la llamaban retrasada María los miraba dulce y serena y sentía mucha lástima por ellos, que horror sería verlo todo tan feo.

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